martes, 30 de junio de 2009


Había una vez... es muy típico, no? Este cuento empieza de otra manera, no con el "había" si no con el "hay" con el ahora, con lo actual... Hay una chica, la cual miraba con el corazón cada palabra emitida. Sufría el desamor, la injusticia, y ante todo luchaba contra la soledad. Soñaba con el cambio, vivía esperando algo más. Vencida ante los contratiempos, Aldana, se dejó llevar por el viento. Y tan así fue, que se encontró sola, parada en el medio de la nada. Gritó y su garganta sufrió las consecuencias, al igual que su alma, la cual se estrujó al sentir el vació y la ausencia. Caminó sin rumbo alguno, cansada ya de soñar, de esperar. Una piedra la hizo caer, y con un dolor "llevadero" siguió su camino. Otra piedra pero de mayor tamaño, produjo la misma escena anterior, pero ahora la herida de apoco se abrí un poco más, pero ella otra vez se levantó. Con cuidado, y con su paso algo lento, siguió su caminata, pero al menor descuido, nuevamente tropezó. La abertura comenzó a sangra, tan así que esta vez no tuvo la suficiente fuerza para levantarse. Y lloró en silencio, por aquel dolor agudo. Gritó nuevamente y nadie corrió a socorrerla. La noche la encontró triste, lastimada y sola. Preguntó para si misma: "Porqué si siempre intento no caerme, la piedra me sigue?". En ese momento Aldana abrió sus ojos de par en par, y su asombro se apoderó de sus gestos. Una voz dulce y relajante respondió aquella pregunta: "Cuando nos pasa eso, es inevitable no detenerse a pensar. Pero en realidad la pregunta no es: "¿Porqué la piedra me sigue?" La pregunta es: "¿Qué hacer con esa piedra?". Aún estupefacta, ella preguntó curiosa nuevamente: "¿Qué tengo que hacer con esa piedra?". Y la voz suave advirtió: "Cada uno crea sus propias piedras. Así como vos estas consultando que hacer con ella, yo me pregunto que hacer con vos. Una pregunta no se responde con otra. Es tu piedra, por algo es tuya, algo tendrá que te sigue, el secreto esta en saber mirar. A veces es tanto el dolor que te causa la piedra que la saltas, pero al evitarla no desaparecerá". Con rapidez y todavía con ese dejo de asombro contesto: "Cada vez que la miro con fijeza siento que el golpe me duele con mar intensidad. Me gustaría que la piedra no lastimar, sólo que este en el lugar indicado, que no me impida el paso. No es mi idea romperla, esquivarla, sólo necesito que ella no me detenga ni me lastime". Conmovida ante la respuesta, la voz del más allá se mantuvo en silencio, algo angustiada al oír su dolor, su resignación. Del cielo cayó un papel viejo, con manchas, como si fuera una reliquia. Lo tomó y lo leyó con ansias, con ganas de tener todas las respuestas: "La luz esta muy dentro tuyo, la luz sos vos, buscá tu brillo" Elevó su mirada y con sus ojitos llenitos de ayer, reposó aquella frase en su pecho, en su corazón. Sonrió en soledad, pero satisfecha. Caminó con seguridad, con libertad al andar, y nuevamente, cayó. Con su rostro pegado al suelo, clavó su mirada en la piedra bendita. Con un temblor en su mano, la tomó. La observó con cautela, de todos los ángulos posibles. La miró con recelo, con odio. La volvió a mirar y recordó aquellas sabias palabras. La lanzó tres veces al aire, para luego volver a sujetarla. "La luz soy yo, vos no me vas a dejar a oscuras" expresó al correr aquella piedra de su camino. Y finalmente comprendió que: Lo importante no es llegar, lo importante es el camino. Y colorín colorado, Aldana logró ver el cielo más claro